El blasón
Lo de los Scholl en Alemania también fue, para Freisler, una asociación claramente „ilícita“.
Que el mismo juez que liberó de toda responsabilidad, sin siquiera citar a indagatoria a los presuntos responsables de una adquisición polémica, en plena dictadura, de una empresa destinada nada menos que a los diarios, que fueron cómplices sistemáticos (no por accidente) del silenciamiento constante (no casual) sobre lo ocurrido en el Proceso, (sin cuyo silencio hubiera sido impensable la dimensión de los crímenes ocurridos, denunciados no por la prensa, que callaba su declamado „deber de informar“, pero sí por personas valientes como Rodolfo Walsh, o hasta el mismo Vargas Llosa) por la infame adquisición de papel prensa (1976) procese sin pruebas a la ex presidenta (que llevó adelante aquella política de derechos humanos, que nunca contó con el aval abroquelado de los jueces, cuyo silenciamiento y falta de predisposición a investigar ciertos crímenes de empresarios durante el Proceso también debería ser investigada, y repensada, como afirma Juan Pablo Bohoslavsky, en su libro Cuentas Pendientes, editado por Siglo XXI) no configura sino una prueba más del desequilibrio y la doble vara (en desmedro de la política, en favor de los empresarios, es decir, en favor del poder real) que aqueja, en esas latitudes, a la democracia republicana. El poder formal puede ser juzgado: el poder real no. Las cárceles no están hechas, dice Loic Waquant, que visitó el país, para el guante blanco. (White–collar crime) No fueron pensadas para eso. La cárcel está pensada para los „negros“, para los pobres, críticos del poder de turno. No para sus servidores. Para todos los Sala. Para todos los „negros“ „grasas“ que „sobran“. „Incultos“. Para ellos. No para „nosotros“. La justicia está llena de huestes de funcionarios sin formación, huestes predispuestas en todo momento a servir –replicando una moda, que en este caso se llama „neoconstitucionalismo“- al poder político de turno. Son los mismos que declaman –como la prensa que fue cómplice del Proceso- la supuesta „independencia“ de su palabra. Dime de que alardeas, y te diré de que careces: independencia e imparcialidad. Dos supremas y valiosas palabras. Muchos se han abusado de ellas. Cortázar decía que las palabras pueden llegar a cansarse. Estas dos („independencia“, e „imparcialidad“) ya se han cansado. Hay que renovar el pensamiento político. Deber de informar a los argentinos. Ese deber necesita(ba) ser asumido, es cierto, pero con otras manos. Con otro nivel moral de compromiso, no con periodistas (muchos, casi todos) manchados por la complicidad criminal durante el Proceso, habiendo escrito muchos en medios de Massera, tribunas cómplices en muchos casos, habiendo ido a reuniones con Videla, etc. („Pero usted le dio la mano a Videla“, preguntó Osvaldo Quiroga, en una frase contundente, hay muchos que le „dieron la mano“ a Videla, no solo Reato) Con otros agentes. Los diarios como La Nación pueden ser –si así lo deciden- genuinos medios de la democracia. Pueden hacerlo. Depende de ellos. Pero para eso primero deben dar un paso –duro, nadie dice que sea fácil-, como el que dio la Red O Globo en Brasil: asumir su responsabilidad histórica durante el Proceso. Pueden hacerlo. Deberían hacerlo. Sería bueno para la democracia y la República y la política y el debate político que lo hagan. Sería una forma de comenzar por fin una nueva etapa, en vez de seguir negando. El negacionismo se expande. La reconciliación, como dijo Jaspers, se puede y se debe dar en la verdad. (Die Schuldfrage. Zur politischen Haftung Deutschlands, Piper, Berlin Verlag, 1998) No en la negación del pasado. La impunidad no puede ser la base de ningún Estado de Derecho que se precie. Los juicios de lesa humanidad son la nueva base, el nuevo sostén ético, de esta democracia, que solo a través de estos juicios se pudo recuperar de la crisis de representación política del 2001. La política recuperó (y la justicia recuperó) a partir de estos juicios, un poco (un poquito) de su antigua credibilidad. Una credibilidad perdida. (Nazareno, etc.) Papel prensa es un caso grave, serio, por su dimensión simbólica, de complicidad con la dictadura de quienes debían informar los crímenes aberrantes de la misma dictadura. Y no lo hicieron. Pero en lugar de informarlos, mientras recibían el „papel“, los callaban. Hay tapas de aquella época que (aunque lo quisiéramos) no mienten. Están en cualquier hemeroteca del país. Solo hace falta desplazarse, ir a verlo. Están las tapas. Están. También está el obelisco de Pan Dulce. Todo esto está. Estuvo. Sucedió. No es un juego cuando los medios implicados en la causa –que como todo, debe probarse- eran a su vez los agentes esenciales de la información pública. (los angostos canales por los cuales transita el debate de nuestra democracia, son canales en cierto sentido implicados, no limpios) Allí está el problema no solo jurídico, sino también ético y moral, que Ercolini no pondera adecuadamente, confunde, o se presta, naturalmente, al verdadero poder (que lo juzga a él mismo en esas páginas, como un juez neoconstitucionalista, realista, que habla en nombre del „espíritu“ de una norma, va a poner en tela de juicio el „mismo lenguaje“ cultural –la misma cultura- que lo nombra a él en esas páginas? Hace falta mucho valor, mucho coraje, para eso. Mucho coraje civil. Este es el dilema irresuelto del realismo jurídico desde tiempos de Holmes, de Hägerström en Suecia. Entendemos a Ercolini, no es difícil de ver el dilema en que está inmerso el juez (como todo hombre de leyes): ser „realista“ es juzgar el lenguaje que nos nombra a nosotros, que nos designa, (editoriales, „doctrina“, etc) que nombra todo, y que, en consecuencia, no puede ser juzgado. Ese lenguaje es nuestra misma “cultura”. Hace falta mucho valor para ponerse “enfrente” (o frente a) todo esto. No es fácil y no es gratis tocar ciertos intereses. Desenmascarar ciertos actores, ciertos intereses, ciertos lobbys, (solicitadas en el FAZ alemán calificando a nuestra presidenta no de “yegua” pero de cosas no muy distintas, en un lenguaje no menos procaz, que podía leerse en los aviones rumbo a Frankfurt) cuyos negocio es el silencio. (Una película alemana para ver, además de Colonia Dignidad, y nada es casual, no es casual que el ex nazi, abusador de menores, Paul Schäfer haya sido detenido en Argentina, no en Chile, no en Alemania, sino en Argentina en 2005, cuando nuestra justicia decidió por fin avanzar en otro camino: los DDHH; no es casual que nuestro país haya apresado a Paul Schäfer, no fue un accidente, aunque a veces no todo haya sido aun debidamente valorado; Im Labyrinth des Schweigens. Lo que calla el Derecho. Lo q calla la justicia. A los abogados y jueces nos enseñan a estar callados. A no hablar. A no incomodar con argumentos.) Tomas Bernhard. Rimbaud, solo grandes valores hacen cosas así. Talentos excepcionales. Políticos genuinos, también. El lenguaje que juzgamos (los medios) nos hace ser lo que somos, porque muchos se guían por ello para „conocernos“. Para juzgarnos. Los medios „nombran“. Construyen realidad. No es un juego. Si lo hiciera, dejaría de ser juez „independiente“, para siempre, seria el también estigmatizado. Y no quiere. Quiere „hacer carrera“. La “carrera” es la gran responsable de la prostitución de la justicia y los jueces, decía Guzmán Tapia en su libro Memorias del fin del mundo, el juez que procesó a Pinochet. Necesitamos menos jueces dispuestos a “hacer carrera” y más jueces dispuestos a “hacer justicia”. (Menos abogados burócratas, dispuestos a todo con tal de cobrar un “honorario” y más abogados-poetas, esto es: más hombres justos, menos “guardianes” de la ley, y más derecho) Pero seria, paradójicamente, si lo hiciera, si tuviera el valor de hacerlo, verdaderamente „independiente“. Su carrera estaría terminada, por supuesto, en un segundo. Y lo sabe. Pero hubiera sido, por un momento al menos, „independiente“. Valiente. Crítico. La vida está hecha de esos pocos momentos, donde se define si uno „es“ o no „es“ (hombre, valiente, comprometido, etc). Como Hamlet. todo se reduce a eso: ser o no ser. Guzmán Tapia dice que es el momento en que Siddhartha sale del palacio y ve con sus propios ojos. Cuando uno se topa con su deber moral. Borges dice que a todo hombre le llega ese momento. Una cosa es parecer „independiente“, hacer lo que los duenos de la palabra y la cultura argentina (Sabato descorchando champagne mientras lloran sus mucamas al final del living… Jauretche remarcando esto con valentía moral) nombran como „independencia“ (Sabato viendo llorar a sus mucamas de repente „descubre“ algo, no?) y la otra es „serlo“ de verdad, estimado Ercolini. Ser de verdad „independiente“ cuesta mucho, cuesta muchísimo: cuesta horrores. Lo comprendo. No lo defiendo. Al contrario. Me apena que esto sea nuestra “justicia” “independiente”. Pienso en la „independencia“ de quienes se atrevieron en serio (no como nuestra justicia „independiente“, no como nuestra prensa „independiente“) a enfrentar las cosas, a riesgo de su propia vida, al Proceso. Al poder. Pienso en Rodolfo Walsh. Pienso en Harald Edeltsam. Pienso en ese gran hombre que es Juan Guzmán Tapia, nuestro amigo y también poeta e hijo de poetas chileno. Pienso que la verdadera „independencia“ a veces está lejos de lo que los medios denominan y celebran como tal, como „independencia“, „independiente“. Las Abuelas eran viejas y locas. No mujeres comprometidas. Muchas veces es lo contrario. Tan complejo es el asunto. Hay que pensar. Son tantos los juegos de prestidigitación que nos ponen, que abroquelan y desdibujan nuestro lenguaje, nuestro camino y nuestra cultura. Hay un mago Cipolla, como el de Thomas Mann, en Mario y el Mago, en cada acto. Necesitamos renovar nuestra cultura. Lo necesitamos de verdad. Nuestra cultura, nuestra prensa, nuestra justicia, nuestra política! (nuestras “ideas”) están AGOTADAS.
Ser independiente es dar un paso difícil, que a veces nos deja muy solos. Es ser crítico, original, valiente. No repetir: pensar. Por eso Guzman Tapia nos dijo en Chile, que él se sintió „muy solo“. Ese fue el precio de ejercer, en un Chile conservador, con medios críticos cómplices, su „independencia“. La independencia es la extrema (valiente) soledad. Ese es el “no pobre” individualismo, para seguir a Borges, aunque los argentinos preferimos el otro, el pobre individualismo. La negación del Estado. Procesar a Pinochet fue ser „independiente“. No cómplice de la prensa „independiente“, amiga del dictador. (aun hoy en día). Tuvo que dar ese paso. Tuvo que arriesgarse. Eso es ser „independiente“.Hay muchos jueces valientes. Pero pocos se atreven a dar el salto a la valentía. porque trae soledad. Guzmán se sintió solo. Edelstam se sintió solo. Probablemente Alfonsín, gran hombre, también se sintió así. Sobretodo al final de su mandato, cuando los cómplices de todo lo dejaron solo. Solo a él. Es así. Así funciona el poder.
Necesitamos una nueva democracia. Nuevos poderes. Nuevos debates. Puede ser que un juez –poco imparcial- sobresee a todos los imputados. Lo que no los va a „sobreseer“ es su propia conciencia. Y sin la conciencia limpia, cómo informar? Cómo se construye esa „información“? (esa justicia) en una democracia. No se puede ser juez y parte. El juez investiga y procesa, pero como todo realista, lo hace desde un determinado lenguaje, que construye una determinada conciencia/cultura, idiosincracia, expectativas y enfoques (“cultura”). Ese „lenguaje“, sin embargo, realista, es el lenguaje que construyen esos mismos medios, cuya „responsabilidad“, naturalmente, el propio juez, no puede ver. A menos que agudice su inteligencia y su mirada. Hayden White. La reconstrucción de los hechos demanda talento, más cuando hablamos de hechos cuyas pruebas (Lynn Hunt) fueron desaparecidos adrede, con complicidad (falta de pruebas) de quienes debían informar y no lo hicieron: esto fue también „entorpecer“ el proceso, pero en ese caso, a diferencia de Sala, nadie dictó jamás prisión preventiva alguna. Al contrario. Ni siquiera fueron llamados a declarar. Doble vara. Doble discurso. Doble moral. No es que „desaparecieron“ porque sí, senor juez. Las pruebas desaparecen y desaparecieron por algo. Porque había una estructura (de la que la entrega de Papel Prensa fue parte necesaria, de tan obvio que parece, lo sorprendente es no verlo, negarlo) destinada a que no se informara, no se supiera, se callara (se ejerciera la libertad de prensa con „responsabilidad“, como dijo Videla en el acto con los directivos de medios hegemónicos) lo que estaba pasando. Esa es la „responsabilidad“ que el juez debería estar analizando. La „responsabilidad“ que nada menos que el día de entrega de Papel Prensa menciona, como una condición, delante de todos los procesados, nada menos que Videla. (cuando Videla dijo „las parturientas usaban a sus hijos como escudos humanos al momento de combatir“, se estaba auto-incriminando desde el lenguaje, ya que una mujer „parturienta“, atada a una cama, no „combate“, no puede „combatir“, salvo que por „combatir“ se entienda estar vivas, resistiendo el vejamen, la tortura, pero con esa frase, como dije en su momento y la cámara lo tomo expresamente, el dictador reconoce semánticamente que esperaban que los hijos –”escudos”- nacieran, para que, terminado el „combate“, poder matarlas: el lenguaje dice, senor juez, dice mucho, autoincrimina, hay que aprender a mirarlo, a leer entre lineas, hay que aprender a ver lo que no queda dicho, Gadamer, hermenéutica, „objetividad“, etc.) Aun hay mucho que aprender. La cámara tomó nuestro razonamiento. Fue un paso. Pero el juez entiende que sin embargo no hace falta, en casi una década, llamar siquiera a declarar a los imputados en este otro. Curioso. Al mismo tiempo procesa a la ex presidenta cuyo esposo mandó descolgar el cuadro de Videla (que seguía colgado) e impulsó los juicios de DDHH y lo hace en medio de un momento sensible para el gobierno, cuando sus políticas que parecían orientadas, comienzan, con la abrupta salida de Prat Gay, a desdibujarse. A resquebrajarse. A caer. El procesamiento de la ex presidenta es un blasón, un golpe de efecto más. Una forma burda de distraer la atención, un „circo“ más, mientras se recortan la ciencia, los derechos humanos, y se cuestiona el valor „negativo“ del „pensamiento“ crítico. Curioso.
La pérdida de espacio de la doctrina de „pesos y contrapesos“ (una doctrina en crisis, por lo cual el Congreso es una escribania y el presidente, ex titular de múltiples sociedades offshore -literalmente “en el mar, alejado de la costa”- en las Islas Bahamas, que hizo campana ponderando el „regreso de la institucionalidad“ a la Argentina (basta leer el valioso informe crítico del Süddeutsche Zeitung , de lo mejor de Alemania en prensa gráfica), se solaza vetando leyes del Congreso o agregando al polémico blanqueamiento de capitales a sus propios amigos y parientes de funcionarios, algo expresamente prohibido por la norma y que no nos posiciona bien ante organismos antilavado) ha permitido, en las últimas décadas, que los jueces avancen sobre decisiones políticas, privativas de la administración, confundiendo el control de las mismas, con la evaluación „política“ e ideológica de los actos que incumben a cada gobierno, a la administración del Estado, con los cuales se puede diferir, pero eso no los hace „ilegítimos“ (como si la evasión fiscal o el lavado de dinero). Este es un debate conocido del Derecho Administrativo. Esta „confusión“ borrosa (avanzar sobre la discrecionalidad de la Administración Pública) no es casual y muchos jueces, acólitos del neoconstitucionalismo, no la ignoran. La aprovechan, entre otras cosas porque el gran publico desconoce, por complejos, estos mecanismos (que la prensa no informa, en propio interés, a veces „informar“ pone a la prensa ante un conflicto serio de interes). Ser un „jurista del pueblo“, como alguna vez nos propusimos con Julián Axat, a pedido de Duhalde, es precisamente esto. Todo tiene su precio. Tratar de poner al alcance del pueblo herramientas de analisis crítico (algo que no se promueve ni celebra desde el gobierno: la capacidad de crítica del pueblo, su capacidad de juicio, su nivel de conciencia y de pensamiento, porque un pueblo „crítico“ es un pueblo conciente y libre, sin venda en sus ojos, que no resigna sus derechos, los defiende) ligeramente más sutiles que las que le provee, interesamente, la prensa. La Gaceta de Buenos Aires, esa prensa escrita por el gran Mariano Moreno, genuino abogado y periodista, nuestro modelo. Hombres como él nos hacen mucha falta. Por algo los bancos y grandes empresas (que muchas veces financian viajes a jueces de Congresos, como Guarinoni y tantos otros) „publicitan“ en esas paginas y no en otras. Porque la prensa sabe muy bien donde esta –dónde le sitúan- el „limite“ a su declamado pero jamás cumplido „deber de informar“ a la sociedad. Poner nuestro saber del lado de quienes más lo necesitan. Ser „chicos bien“ a favor del pueblo. No complices de otro saqueo al patrimonio y a nuestra cultura. De aquellos que ni siquiera imagen qué es un derecho, Que pueden pagar un buen abogado. O el mejor abogado. Que a veces no saben lo que es un Derecho. De ese lado estamos, como la „chica bien“ de San Isiddrio, que defiende a la „negra“ de Milagro Sala. Chicos „bien“. Otra jurista popular. Juristas del lado del pueblo siempre. No servidores genuflexos del poder (interno e internacional), como Ercolini, que rapidamente procesa a la ex presidenta –como des procesa a los complices del Proceso y a quienes se beneficiaron, en claro conflicto de interes, con la causa del dolar futuro, decidiendo, como especuladores en la bolsa, sobre su propio patrimonio, Aranguren es otro ejemplo- por pedido expreso del poder politico, que debe „tapar“ urgentemente el desasosiego economico que revela la salida de Prat Gay, (cuyo mejor comentario hizo Tinelli) para distraer la atención del gran publico. No quieren un pueblo conciente, porque un pueblo conciente y critico es un pueblo libre que defiende con unas y dientes sus derechos, no los resigna. La ciencia no es cara, caro son los globos, dijo muy bien un joven investigador del CONICET durante la protesta. Caros son los globos. Pero la imagen de Cristina no puede funcionar como un blasón constante de los fracasos ajenos ni de la falta de resultados concretos en materia económica, cuyo vacio es elocuente, aunque era previsible. Basta imaginar lo que hubiera sucedido si hubiera sido la ex presidenta o su entorno directo la titular de sociedades off shore en paraisos fiscales, en las Bahamas. (y esto no significa avalar ningun acto de corrupción, muy por el contrario) Basta imaginarlo. Puede imaginarse para entender la doble vara, la doble moral, que inspira no solo a la prensa, sino a todo el ejercicio del poder del Estado, incluyendo a la justicia, que calló durante el Proceso crimenes aberrantes, pero también elige –muy bien- en democracia, sobre quien hace recaer su peso. Y sobre quienes no. Ingenio Ledesma, noche del apagón, noche de los lápices, noches de las corbatas. Nuestra historia está llena de noches oscuras. Llena de oscuridad, que lentamente intentamos „clarear“. Muy de a poco. Arendt. Hombres en tiempos de oscuridad. Eso somos. Porque las cárceles están llenas de pobres, solamente. De reclamos sordos pero justos, que nadie atiende. (Al punto que pareceria casi un „privilegio“, un „honor“ que esta justicia tan selectiva y complice en tantos aspectos, siempre del lado del poder, nos meta, en una sociedad tan injusta y desigualitaria, como a Henry Thoreau, presos: porque estar –ser- „libre“ en esta sociedad selectiva y desigualitaria, puede ser mas grave que estar entre rejas, es al menos estar en una verdad, como diria Victoria Ocampo, la mentira es llamar a esto „libertad“, a esta pobreza, revolviendo los chicos bolsa de basura, mientras quienes mandan a esos nenes a comer de la basura son celebrados como estar en el „mundo“, mientras se le paga a Singer recortar el CONICET, ser „libres“. La libertad pasa por la defensa real de la soberanía del país, por defender en serio, no como ahora, los verdaderos intereses del Estado). No es un demerito –como no lo fue en dictadura- estar „preso“. El demerito es callarse la boca ante una injusticia extrema (celebrar una luna de miel en venecia mientras el pueblo de Salta pasa hambre, poner eso en las paginas como si eso fuera „informar“, informacion, y no vano espectáculo para la clase acomodada, eso no es „información“) o ser funcional a la mentira, el recorte en ciencia y en derechos humanos, el aumento de la pobreza, el desempleo. Y la desigualdad. El entreguismo tapado con espectáculos. Que no se tapan. Hay que hacerlos tapa. Un nueva politica empieza por promover lo que hoy los medios no promueven sino callan, siendo complices de la decadencia cultural del pais: un nuevo lenguaje. Una nueva cultura. una nueva palabra. una nueva voz. un nuevo derecho. Hay que educar al soberano, los medios pueden ser agentes del progreso, pero primero deben hacer, para ser cada día mas creibles, una profunda y honesta autocrítica. Hay que educar para la libertad. Dilma, Lula, han padecido en Brasil, Lugo en Paraguay, ni hablar de Honduras, lo que parte del gobierno anterior padece en el pais. Una persecución ideológica, que emplea herramientas que antes tenian un contrapeso ético, que hoy, vaciados por la cultura mediática, ya no tienen. El Derecho ha caido en un peligroso juego de prestidigitación, donde la culpabilidad la deciden los medios, no ya los jueces, (esto es el linchamiento, esto y no otra cosa es la estigmatización del marketing, el „enemigo del pueblo“, etc) como muy bien le advirtió al presidente (y al gobernador de Jujuy) José Miguel Vivanco, titular de Human Rights Watch (HRW). Hay que tapar. Hay que tapar los desastres economicos, la falta de resultados, la presión por Sala, el caso del CONICET, „tapemos“: y para Tapar parece que los asesores encontraron un solo camino: Cristina procesada. Cristina presa. Cristina chivo expiatorio. De todo. La justicia no se puede plebiscitar, pero muchos jueces realistas, de tendencia neoconstitucionalista, impugnan el „garantismo“, que, como recuerda Luigi Ferrajoli en Italia, es el que más se acerca (al no alejarse del positivismo jurídico) al respeto estricto del principio de legalidad, el Estado de Derecho y la división de poderes. Hoy el debate está planteado entre neoconstitucionalistas (no positivistas, que revisitan en nuevos términos la tensión entre Moral y Derecho, promoviendo el activismo de los jueces, afectando la legalidad y la divisón de poderes, siempre en nombre, como en dictadura, de la „república“ y la constitución., etc, y el gatantismo, metodológicamente positivista, que, como quiere Ferrajoli, se adhiere al principio de legalidad y a la division de poderes de modo estricto, que no „interpreta“ el „esspíritu“ de las normas. Ercolini no es Montesquieu, tampoco Bonadio, ni Oyarbide, nuestros jueces, en la inmensa mayoria de los casos, carecen de formacion crítica, y por eso son funcionales. No es maldad, es directamente ignorancia. Es „creer“, repitiendo la agenda que marcan muchos medios, que son realmente „independientes“, (porque los mandantes les dicen eso, si hace lo que nosotros le pedimos, „es independiente“, en caso contrario, no… y todo porque somos los duenos de la palabra, los duenos de la cultura, que siempre fue antiperonista, como Borges, etc.), cuando no lo son, pero tampoco tienen las herramientas para verlo. Hace falta una nueva independencia en la justicia, una independencia etica, politica, pero también conceptual, economica, financiera, de los lazos del „lobby“ en todas sus formas. Un poder politico independente en serio, no servil de intereses financieros extranjeros que siempre, sin excepción, han vaciado, con complicidades locales (pienso en el Motín de Alzaga) nuestro pais. Necesitamos una nueva justicia, qué duda cabe. Una nueva cultura jurídica y judicial. Necesitamos jovenes abogados formados con compromiso civil, dispuestos no a ceder a intereses, presiones, „honorarios“, jueces y juristas jovenes dispuestos, como dijimos con Axat, a „sacar la venda“ de los ojos. A jugarse por el pueblo argentino. El neoconstitucionalismo –realista- está generando confusiones doctrionarias que están vaciando nuestra justicia, llevando a los jueces a asumir un rol mediático y político (activista) para el cual no fueron ni están preparados. No puede un juez ser una estrella mediática, el juez deberia ser „estrella“ por hacer visible la pobreza, la injusticia, la desigualdd imperante, el estado ominoso de nuestras cárceles, las penurias que alli se suceden a diario, carceles que nos on „ni sanas ni limpias“ como proclama impunemente, sin que estos jueces se inmuten, nuestra Constitución. Por que nadie se inmuta por eso? Porque en la cárceles están solo los pobres. Los que no tienen palabra. los que no llegan con su voz a los medios. Los que no importan. Hay que defender a esas personas, que no tienen dinero para nada. Menos para un abogado. La opcion es Burlando, Stinfale, o ser un jurista que pone el saber del lado del pueblo. La educacion publica del pais, que nos formó en la excelencia, nos comprometió con nuestro pueblo. Todavía me acuerdo incluso de ese hombre sensible que fue Garcia Hamilton, con quien coincidamos en poco, pero con quien pasabamos horas debatiendo en Modena, frente a la facultad de Derecho, cuando el ya estaba enfermo. Hay un punto donde todos, independienemente de su ideologia, coinciden: en la necesidad de ser más sinceros, más transparentes, más formados. El neoconstitucionalismo, no positivista, al no separar de modo tajante moral de derecho, le otorga a cada juez un ardid retórico que conculca la división tajante de poderes políticos. Le hace creer a cada juez que puede ser un intérptete „puro“ de cada norma. Le hace creer a cada juez que puede ser un salvador y no un tercero imparcial. El neoconstitucionalismo no está de moda en Latinoamerica por casualidad. Está de moda por algo. Sus mecanismos son complejos y deben ser explicados. La doctrina debe dejar de callar. Debe poner al servicio del pueblo las herramientas y conceptos que hoy se le niegan, „por su propio bien“. No hay que „tutelar“ a los pobres, hay que brindarle mejores herramientas para que ejerzan por sí mismos su defensa y sus derechos. Para ocultar lo que de verdad pasa „detrás del escenario“: una crisis economica. La crisis economica no se „heredó“. Se produjo. La realidad choca mucho con las „promesas“. Cristina (presa) es el blasón máximo del marketing distractivo. Pero también el último. Después queda un solo camino. Asumir la realidad. El marketing puede tapar un tiempo. Sirve para ganar tiempo. Pero no todo. Creemos en la necesidad de convertirnos en juristas populares. En la necesidad de crear un nuevo lenguaje que reivindique los derechos humanos en toda su extensión „operativa“. No creemos en esta justicia que dice que los derechos económicos y sociales (DESC) no son „justiciables“ porque no hay „recursos“. Que sí hay para pagarle una deuda infame a Singer. La plata está para los derechos, no para los acreedores de una deuda jurídicamente (y moralmente) muy discutible. Una nueva cultura. Una nueva justicia. No en juristas de la Academia, cómplices serviles del poder. Atilio Alterini, que no era de izquierda, escribió con valentía sobre la infamia criminal de la deuda („nuestra“ deuda) externa que este gobierno convalidó de modo genuflexo y perentorio (no se sabe a cambio de qué „lluvia“ de „inversiones“ que jamás llegaron), en desmedro de los intereses de todos los argentinos, con enorme responsabilidad judicial que por el momento ningun juez investiga. Los jueces deben empezar a investigar al poder en serio, ser independientes de verdad. No ser más serviles. Usar ese activismo, cuya puerta les brinda el neoconstitucionalismo, para hacer justicia de verdad. No más juegos de prestidigitación. Necesitamos un estriberón en nuestra cultura. Un estriberón en nuestra palabra. necesitamos una justicia nueva. Nuevos jueces. Valientes en serio. Firmes. Decididos a saber que la verdadera corrupción, que se expande con sobornos por la administración, pero también por la Justicia, es la corrupción privada, que nunca se investiga ni se nombra. Se calla. Estamos ante un paso dificil. Pero necesario y real. Necesitamos una justicia y una prensa capaz de „cantar la palinodia“, como decían los espanoles en la edad media. (y tambien le dijo este modesto servidor al vocero de Lavagna en su momento, creemos en la necesidad de „elevar“ el debate, „elevar“ el lenguaje cultural y político, en ese momento nos topamos con la sonrisa dle vocero de Lavagna, que nos bautizó „palinodia“ por los pasillos, hoy, a la distancia, queremos decirle a ese vocero –justo es decir que Nielsen siempre me defendió ante Torres- que „palinodia“ a mucha honra, Armando Torres, a mucha honra, a una decada, nos vemos como „palinodia“) El pais necesita, si, cantar la palinodia, como le propusimos al minisitro en su momento, y que por falta de „acuerdo“ con el „extremo nivel cultural“ de la nota, no se leyó. Porque el pueblo, segun decian, necesita „cosas simples“. „Entendibles“. Nosotros no subestimamos al pueblo. No tomamos al pueblo por idiota. Lo dije en su momento, al vocero de Lavagna, a quien valoro y mucho, y lo repito: estaba bien que la nota se llamase „palinodia“. Ese era mi sobrenombre, desde ese dia, a este joven pasante „estrella“, lo llamaban asi en esos pasillos: „ahi viene palinodia, hola palinodia, como estas“. Este abogado, desde Alemania, quiere responderles despues de tantos anos: palinodia a mucha honra. El pueblo merece la verdad. Y tambien „entiende“ lo que es la „cultura“. el pueblo quiere saber. Lo que el pueblo no quiere es que le mientan, que le roben, que le dibujen la realidad, que le den un discurso „masticado“, que le entreguen verdades a medias. Eso no quiere el pueblo. Palinodia, a mucha honra. Todavia recuerdo cuando me decian „palinodia“. Yo ya no era Guido. Habia pasado de ser un „pasante estrella“ a ser „palinodia“. Palinodia era –es- mi nombre. Y hoy lo veo a la distancia, la insistencia que tuve que poner delante de tantos „funcionarios de carrera“, que decían saber mejor que este abogado „patriótico“, funcionarios (algunos “de carrera”), con su gran „experiencia“ lo que era más „conveniente“ para el país. Este tiempo me ha convencido aun mas de que el pueblo no necesita que le „recorten“ la cultura, que decidan por el „lo que el pueblo puede entender“ y lo que no. Por eso vuelvo sobre esto que sucedió en el quinto piso del Mecon por 2006: Cantar la Palinodia. Muchos se rieron en ese momento. Me llamaban pibe „brillante“ pero después me decían „palinodia“ por esa nota. Les daba gracia el titulo, les causaba gracia, acaso, una palabra que desconocían y tal vez aun desconocen. Y uno luchando porque „creía“ (recuerdo el debate en el ascensor con marcos dorados) que había que apostar „por levantar“ el debate cultural argentino, si nadie da ese paso, no se va a dar solo, alguien lo tiene que dar. Pero uno estaba solo. Y era un joven „pasante“ estrella. Nada más que eso. Un pasante. (valoro enormemente a Lavagna y a Nielsen, dos personas de las que aprendí mucho, dos personas que defendieron con pasión al país, que lo defendieron mucho más que lo que se lo defiende ahora, con Nielsen aprendí a leer mejor los diarios, sobretodo la sección económica, las editoriales sin firma, etc. con Nielsen aprendí el sentido de “lo financiero” en los países como Argentina)
Necesitamos un poder judicial que deje de tirar las culpas afuera. Necesitamos una nueva justicia. Nueva en su lenguaje, en su forma, en sus objetivos. En sus intereses. En su „imparcialidad“. En su real –no declamada, sino efectiva, hoy inexistente- independencia. Ser independiente no es hacer lo que quiere siempre el poder economico, que en tanto uno haga lo que quiere, te acarcia como una mascota y te felicita „por portarte bien“ y decir „lo que tenias que decir“. Decir, lo que se dice „palabra“, como diría Celan, es decir lo que NO se puede decir. Ahi se juega todo. No en lo que se „dice“. Sino en lo otro, que se quiere callar.
Artaud… sino el poeta-abogado, como dijimos en Frankfurt, con Roland Spiller, para qué sirve. Y para qué nació. Necesitamos una nueva generación de abogados. Hizo bien Alterini en incorporar después del colapso de 2002 la asignatura „finanzas públicas“ como obligatoria en la carrera de Derecho. Antes no lo era. Ahora sí. Pero los resultados tardan. La conciencia no se forma de la noche a la manana.
Y hasta ahora esta es la pobre visión de la „independencia“ que rige a la justicia. pensar que el único poder frente al cual hay que ser independiente es el poder politico, cuando no es asi. Porque el verdadero poder, como decia Saramago, es el otro. El que verdaderamente –continuamente- (de alli que sea dificil verlo) condiciona a fondo –cada dia- nuestra „independencia“, nuestra cultura, nuestra palabra. Porque de tanto que oradan nuestra conciencia, se confunden con ella. Son ella. Son nuestro lenguaje, nuestro espejo. Por eso es tan importante la critica. La palabra nueva. Un lenguaje nuevo. Esta es la tarea de los juristas populares. (parece „popular“ un término incompatible con „jurista“, uno parece un término „grasa“, „sobrante“, negro“, el otro, un término elegante, académico y „blanco“) Que ponen el Derecho al servicio de quienes más lo necesitan. Senalar con el dedo al verdadero poder, como dijimos. Es la única forma de cambiar algo de verdad, cambiar algo de raíz. Dejar de negar lo que somos, para pretender ser siempre otra cosa, que no nos es dada. Porque no es nuestra cultura, ni nuestra historia. Parar de desplazarnos como hormigas en fila entre las nervaduras de las hojas. Para ver de dónde sale la planta sobre la que caminamos. De dónde crece y para qué. El neoconstitucionalismo comete, aunque Ercolini no lo perciba, una petición de principio y está en su realismo mismo: porque „habla“ el lenguaje (que se cristaliza en su conciencia) que debe juzgar. Habla el lenguaje/cultura que (como la prensa que lo „habla“ y lo „divulga“) debe ser juzgado. Ese es el „cambio“. La palabra. Por eso con Axat apelamos a la poesía. No hay ningún accidente. Servir al pueblo es darle al pueblo otra voz. Cortazar, sacar las alambradas de nuestra cultura, no la voz que le asignan los medios. O la voz que le asignan los jueces. Sino otra voz. la voz de la poesía. Otra palabra. la palabra no mercantil, no la palabra del burócrata, del columnista, del abogado, sino del poeta. la voz de Seamus Heaney, de Paul Celan, de Gelman, de Kavafis. Esa voz hacerla justicia, hacerla cultura, hacerla conciencia, hacerla la carne de nuestra „independencia“. De nosotros mismos. La voz de Juan L. de Gianuzzi, la voz que no se compra y no se puede vender. El poeta no miente. El abogado, sí. El juez necesita ser más poeta, como afirma Martha Nussbaum, valiosa profesora de Chicago. La voz del poeta. De los Neruda. Solo en el poeta –no en la prensa, no en la justicia- está escondida –negada, y perseguida- la voz del pueblo. Esa es la única voz que nos interesa. Nuestro modelo son esos jóvenes: Die Weise Rose. Dos hermanos que dijeron lo que pensaban. Dos hermanos católicos. Capaces de no rendirse. Las seis hojas de la „rosa blanca“ fueron suficientes para incomodar a todo un aparato de difamación y propaganda, y mentira, de prensa complice y jueces serviles. Seis páginas. Dos hermanos cristianos. Coraje y determinación. Confianza y honestidad. Poesía. Eso es la „independencia“. No lo que la prensa „independiente“ y la justicia (complice como la primera de todos los crímenes y silencios del Proceso) declama como tal. Como su „independencia“. Para muchos sectores la palabra „independencia“ tiene otra connotación política: asocian „independencia“ no a „independencia“ sino a estar siempre „en contra“ de los sectores populares. Eso ser „independiente“, ser antipopular. No ser „populista“ (estar en contra de lo „negro“, de la „grasa“ que „sobra“) es ser „independiente“. Esa retórica republicanista, que también adoptó el Proceso (juraron por la constitución) es la que emplean los neoconstitucionalistas (que hablan siempre en nombre de la moral) que conculcan. Nosotros creemos que la „independencia“ es otra cosa. Hay que superar la visión liberal decimonónica que nos hace creer que un juez es „independiente“ si procesa a un peronista y es „cooptado“ si no lo hace. Hay que dejar de creer que los periodistas de los medios autoproclamados „independientes“ son independientes (pienso en tantos ejemplos que no hace falta puntualizar) y que todos aquellos que escribimos desde otro lugar, sin hacer recibido jamas un solo peso de medio de prensa alguno, no lo somos. Estamos „comprados“. Es al revés: comprado es el que recibe en todo caso un sueldo por lo que escribe. No nosotros, que lo hacemos por pura convicción y entrega. Nada mas.Para nosotros la independencia está en el punto exacto donde está la libertad verdadera: escribir gratis. Por el valor de las ideas que uno expresa. A cambio de nada. Ni de dinero ni de cargo alguno. Por la sola convicción de servirle de algún modo a ese único referente: el pueblo argentino. La única „independencia“ que nos guía es la no dependencia material de gobierno alguno. Es no vivir de la política. Para dedicarnos, con entereza, a ella. A diferencia de todos los periodistas „independientes“, que cobran enormes sueldos por escribir lo que escriben (en consecuencia, tienen una „linea“ que respetar, „independientemente“ de lo que piensen o no), nosotros no recibimos nada, tampoco directivas. Y a la vez recibimos todo. Permitimos que nuestra palabra (orientada al otro) se escuche y pueda hacerse valer libremente. Y que la ex presidenta la haga propia, la haga suya. Sin sueldo, mandato, cargo, promesa, interés de ningún tipo. Con transparencia y convicción. Los dos baluartes de la nueva política. Hoy la inmensa mayoría de los políticos y de los jueces carecen de esos dos valores: no tienen transparencia y no tienen grandes convicciones. Las han resignado. Son un focus group. Se creyeron las mentiras del marketing, creyendo que podían hacer política desde allí. Borrando aspectos de una foto. No es así. Hay otra manera de hacer las cosas. Hay otro camino. Otra palabra. Hay que dar un paso por construir una nueva independencia judicial y periodística, basada en la ética. Es un paso difícil, pero es un paso necesario, que hay que dar. Que podemos dar entre todos.
Los Scholl y Probst fueron los primeros en comparecer ante el tribunal, el 22 de febrero de 1943. Se les encontró culpables de traición. Roland Freisler (el Juez Supremo del Tribunal del Pueblo de Alemania) los condenó a morir en la guillotina ese mismo día. Lo de los Scholl en Alemania también fue, para Freisler, una asociación claramente „ilícita“.
Los corruptos tienen que estar presos, sean del gobierno que sean, de la tendencia ideológica que fueran (aunque los corruptos, en general, como muchos empresarios, no tienen „ideología“, porque su único afán es el dinero, de allí que la corrupción privada deba ser investigada, como el lavado de dinero, no centrando ni asimilando la corrupción solamente en la actividad del Estado) Con esto no toleramos, ni por un segundo, la corrupción pública, a través de empresas del Estado. (lo que no queremos es asociar „corrupción“ a „política“, como si la „política“ fuera algo „corrupto“ o malo en si, sinónimo de corrupción y no de principios, activismo, ideales, como si lo malo fuera siempre la participación del pueblo, su movilización y su idealismo, sus ganas de cambiar). No queremos tener nada que ver con quienes ponen sus sucias manos en los bolsillos del pueblo, de esos chicos con hambre, de las fotos de Pablo Ernesto Piovano (piel negra, no máscaras blancas, esas imágenes, no otras „recortadas“, donde desaparece la parte que incomoda, la piel) ni con quienes, ayer nomás ministros del oficialismo, hoy no tienen nada que ver con el gobierno que ayer integraban, como Lousteau. Creemos en la renovación política, no en el remake de los mismos de siempre. Desconfiamos, sencillamente, de la imparcialidad y la independencia de una justicia (esta justicia) que calla y ha callado sistemáticamente crímenes muy graves, que hace la vista gorda de delitos gravísimos (noche del apagón, etc), que no dice nada –convalida- deudas usurarias e ilegítimas (Atilio Alterini, nada menos, lo expresó), a la vez que procesa por tipos del Proceso, del fascismo, a la ex presidenta Fernandez, sobre cuyo entorno (funcionariado, no personal) no sabemos ni juzgamos ni decimos nada. Pero sí conocemos el valor de su persona y de su trabajo arduo e incansable, muchas veces novedoso, para defender la soberanía del país. Procesar a quien impugnó en la ONU la especulación criminal de los fondos buitre, a la vez que se les paga a esos fondos de modo genuflexo en la city financiera, parece una inversión de prioridades y una falta de patriotismo, en todo caso, eso es „tradición“ a la patria. Una injusticia. Los procesados deberían ser otros. Los crímenes verdaderamente atroces para el pueblo, que tanto dano le han hecho a la sociedad argentina, aunque no son crímenes visibles (los crímenes financieros, como dice Wolfang Naucke en Alemania, difícilmente se perciban como „crímenes políticos, no hay herramientas para hacerlos visibles) pero sin embargo son los crímenes „más peligrosos“ para la sociedad, para su tejido. Nuestra justicia persigue a los que no tienen poder real. El poder real nunca es puesto en cuestión por nuestros tribunales. Nunca. Por eso admiramos a hombres y mujeres excepcionales, como Juan Guzmán Tapia, Harald Edeltsam. Mariano Moreno. Porque ellos se tuvieron que salir de su rol de „jueces“ (diplomáticos) „independientes“ (Guzman Tapia en Chile es un ejemplo claro) para hacer justicia. Se la tuvieron que jugar. No hicieron circo, hicieron hechos reales de justicia. Tuvieron que dejar de lado las „formas“ (de la „independencia“ y de la „diplomacia“) para ser verdaderamente „independientes“ y „diplomáticos“, verdaderos jueces. No es un paso fácil. Guzman Tapia nos lo explicó en persona en su casa en Providencia, en Santiago de Chile: una vez que uno, como Siddhartha, sale del palacio, abre sus ojos, cuando uno „da ese paso“, ya no hay forma de volver atrás. Hay que dar ese paso. Ese único paso. Yo lo di cuando en el quinto piso del MECON, siendo un joven pasante „estrella“, armé un texto para Lavagna titulado „Palinodia“, Cantar la Palinodia”, del cual seguramente se acuerde, promoviendo una asunción de responsabilidades globales (en la Argentina) tras la severa crisis de que venia el país (2002) y me topé con la sorna y las risas de esos funcionarios de „carrera“ que decían, frente a este joven abogado „idealista“ con sus veleidades „patrióticas“ (aun recuerdo las frases de Armando Torres y otros) saber mejor lo que le convenia al país en ese momento. Ese día este joven pasante „estrella“ paso de llamarse „Guido“ a llamarse „Palinodia“ en los pasillos del MECON. (Nielsen me defendió, de eso me acuerdo muy bien) Pero desde la distancia, me siento muy orgulloso de eso. Porque veo a la distancia que tenia razón. Que al pueblo no hay que negarle ni recortarle ni retazearle „palabras“, poniéndose por encima, no hay que subestimar al pueblo ni presumir que los otros –que la van de „cultos“- lo son realmente. El pueblo, con sus narices sucias, con sus chicos con hambre, dimensiona mucho más y mucho mejor el sentido de esto que llamamos „cultura“. Por eso era un deber entonces y es un deber ahora „cantar la palinodia“. Llamarse asi. Y a mucha honra. Aunque muchos se rian, yo sigo pensando con claridad eso, estaba solo, era joven, pero creia en lo que escribí. Y desde Alemania, lo sigo pensando. El problema argentino es la tremenda falta de autocrítica de casi todos los sectores mediáticos, productivos, académicos, empresariales: medios de prensa, empresarios, académicos de „número“, etc. falta autocrítica, (todos se pasan la responsabilidad, nadie la asume como tal, por eso no avanzamos, no crecemos, no hay “unidad” posible en la irresponsabilidad generalizada de todos, en diferentes niveles) como paso para „recomenzar“ un debate, para refundar nuestra dirigencia política, cuyo nivel académico y conceptual es penoso. Nos merecemos otros dirigentes. Otro nivel de política, (no marketing), otra cultura. Para eso, antes del “consenso”, necesitamos que cada sector asuma una responsabilidad. Argentina tenía y tiene otra historia. Mucho más grande que el marketing vacía que propone Durán Barba. Otros jueces. Otros valores. Otros hombres y mujeres.
Lo de los Scholl en Alemania también fue, para Freisler, una asociación claramente „ilícita“. Nosotros creemos que la „asociación ilícita“ es la asociación entre bancos mediadores y fondos buitre que estafando tenedores minoritarios recompraron (en Europa) deuda externa de un país emergente en crisis a precio vil, con información imperfecta, a pocos días de un default anunciado, afectando su normal funcionamiento de agentes mediadores, dejando que los profesionales de clase media absorvieran la perdida, recomprando esos bonos a precio vil, centrando toda la culpa en el Estado argentino, pidiéndole luego que pague „todo“, toda su „deuda“. Hay una cadena de responsabilidades serias que aun no fueron investigadas. Porque hacerlo no es fácil, y encima, no da rating. No „suma“. Pero eso es ser justo. Estafaron a un país. Dos veces. Luego reclamando el pago total de lo que denominan, impunemente, ante la complicidad (ceguera) de la prensa y la justicia (independientes, locales) „nuestra deuda“. Singer comanda una asociación ilícita usuraria cuya acción espurea („legal“, legalismo-formalismo es enemigo de los derechos humanos, el nazismo también era „legal“, también era „derecho“), como dijo el relator de deuda externa de la ONU, ha puesto en peligro planes alimentarios en paises emergentes de Africa. Esa asociación ilícita nunca se juzga. Porque nuestros jueces, sencillamente, no están preparados para hacerlo. No la ven. No se ha inventado aun un lenguaje acabado para verla. Dependemos de los poetas como Saramago para „ver“. Heidegger lo vio esto, muy bien. Hölderlin, son ellos los guardianes de esa morada. No tienen las herramientas ni el valor suficiente. La „independencia“ se juega en otro lugar. No donde hoy la estamos poniendo. Sala está prensa. Paul Singer no. Cristina está procesada, Cavallo no. Blaquier es y será siempre inocente. Nuestros jueces no saben leer. No se animan a ser realmente „independientes“. Porque la verdadera independencia da miedo. No es fácil ser „independiente“. Esto que vemos no tiene nada que ver con la „independencia“. Independiente es la „chica bien“ de San Isidro que defiende a Sala. Independiente es el director de HRW cuando advierte al presidente que la justicia (aunque los medios son participes de esta tendencia) no se plebiscita. No va a referendum. Hay que renovar el Derecho Argentino. Hay que dar un paso. Un estriberón. Es un paso difícil. Hay que repensar los pilares del Estado y la sociedad argentina. Hay que cantar la Palinodia. Palinodia, estimado Armando Torres, y a mucha honra. Ahora vemos que pasar de ser „el pasante estrella“, a ser „palinodia“ no era, en los pasillos del Ministerio de Economía de la Nación, en 2005-2006, una crítica. Era un honor. Era un orgullo que me llamen asi. „Palinodia“. Ahi viene… „palinodia“. Palinodia, Armando. Y a mucha honra. Con mucho orgullo. Seguimos pensando que eso, fundamentalmente eso, es lo que nos hace falta a los argentinos. El consenso (medios-cultura-academia-empresariado-comercio) se logra después de la asunción de responsabilidades. Y no antes, negando ese paso. La página “en blanco” de la historia no se puede pasar, como dice Regine Robine, así de fácil. Al cabo, esa “nueva página”, como dice Robine, no estará limpia. y la necesitamos limpia. La necesitamos.
Hay muchas cosas que todavía deben salir a la luz. Kirchner que pedía (a Lavagna y su equipo) que se rehicieran en ese MECON informes (el célebre Análisis II) porque el tono de los “funcionarios” de “carrera”, respecto de las responsabilidades de las IFI´s en la crisis argentina, como el IMF, (que se le presentó a Kirchner) era con todo demasiado “débil”, “insuficiente”, y el ex presidente pidió, con razón, que lo redactaran de nuevo, pero esta vez “diciendo la verdad”, diciendo “todo”, diciendo “cada cosa”, cada “cuota” de responsabilidad, en un diagnóstico que no era simple, no era fácil, y no siempre se informaba. Y muchos de esos informes, pese al enorme esfuerzo dedicado a ellos, no fueron publicados. Quedaron “ahí”. Porque en algún lugar de la cadena un funcionario decide que el “tono” empleado para escribirlo (el tono, y no los rostros de los chicos chiquitos abriendo bolsas negras de consorcio sobre la avenida corrientes, buscando comida, en la basura, imagen que seguramente habían inspirado ese “tono”) era “demasiado fuerte”, demasiado “crítico”, y eso “no se puede decir”; porque necesitamos “que lleguen inversiones”. Otra vez. Porque, otra vez, el pueblo “no está preparado” para “escuchar”. para saber la verdad, como en la época del cabildo: el pueblo quiere saber!. Rivera tenía razón! no nos ensenan en el colegio a pensar la revolución de mayo como una “revolución”, sino como un hecho “pasado”, de la “historia”, no como algo vivo, que nos puede y debe inspirar, seguir inspirando! Pero quién decide qué se informa y qué no. El pueblo quiere saber!. El pueblo tiene el derecho de saber toda la verdad de lo que algunos funcionarios (y sobretodo, organismos internacionales de crédito corresponsables de la peor crisis de nuestra historia reciente) llaman aun, con descaro, “su deuda”. Aún hay mucho por decir. Mucho. Mucho por esclarecer a los argentinos. Mucha verdad que no sale nunca en los medios. Que no sale a la luz, que se esconde, y mucho lo esconden los propios políticos. Ese es su negocio: esa es su “profesión”, eso es vivir de la política, convertirla en una “carrera”, más que en una vocación y un servicio. Callan. Confundiendo o manteniendo a nuestro pueblo en una ignorancia dolosa, en una desinformación constante (se piensa muy bien qué se informa, y cuándo, en qué momento, el ejemplo de cuándo informar los Panama Papers no es casual, tampoco) que no es inocente. Tiene consecuencia. Es el espejo y el hambre de nuestros hijos. Son las fotos de Pablo Ernesto Piovano. Esa imagen. No la del sushi fantasma, no la foto del bus falso al costado de un camino. Sino una imagen real. Una imagen no blanca, sino “negra”, dura (piel negra, máscaras blancas), una imagen que duele. Pero que es la verdad. Y tiene ese infaltable peso. El peso de lo que es. De lo que no necesita “retoque”. De lo que no necesita “asesores” de “imagen”. Photoshop. Nada. Pablo Ernesto Piovano. La contracara de Eliot y nuestra “deuda” externa en los centros financieros. Atilio Alterini. Hay una cadena de “intermediarios” cuya responsabilidad (conflicto de intereses, de los que sacaron ingente provecho, especulando, a pocas horas del default, con sus propios clientes, tenedores minoritarios, persuandiendolos de “comprar” esa deuda, diciendo luego que la culpa del robo -“no previsto”- fue del Estado argentino, cuyos ahorristas en el país padecieron en rigor el mismo saqueo) no fue analizada aun por ningún juez. Por ninguno. La forma en que se derogó la ley de subversión económica, en medio de una crisis profunda, tampoco. La forma en que ciertos organismos pedían esa derogación tampoco. La forma en que se llegó -la cadena de responsabilidades a través de las cuales se llegó- a esa crisis debe ser aún materia de análisis.
Gerhart Hauptmann decía con razón,en su obra de teatro Las Tejedoras, que ni el jabón que usamos para lavarnos es del todo “inocente”. Hasta una simple pastilla de jabón, dice Hauptmann en las tejedoras. Hasta “eso” está “manchado”, tiene “que ver”, está en el fondo comprometido. Fue el primero en ganar el Nobel. Un escritor realista, admirable. Valiente. Serio. Imagénese el diario que usamos para informarnos … cada manana, qué grado de “inocencia” puede tener. Su lenguaje también tiene un pasado, además de un presente, viene de algún lugar. Y esto trasciende y por mucho a la causa de papel prensa. Perverso no es investigar el pasado. Perverso es callar y brindar con Videla. Eso es perverso. Lynn Hunt afirma en La invención de los derechos humanos que la retórica negacionista apela a exigir “pruebas” que primero, no por accidente, en toda dictadura, se desaparecen. (recuerdo la sonrisa de Duhalde en el ascensor, rumbo al 8vo piso, cuando le pregunté como podía ser que cierto medio argentino “serio”, en lugar de poner en la tapa la imagen de Ban Ki Moon en la Ex Esma tomando un panuelo blanco de manos de la Presidenta de Abuelas, Estela Carlotto, en ese lugar simbólico, hubieran puesto en su lugar una pobre foto del Secretario General de la ONU comiendo un alfajor de chocolate en una Am Pm en Cordoba, sentado en una mesa, como ser humano más, para mostrar que no podía viajar debido a un piquete… meta-mensaje: nos avergüenza mucho mas un “piquete” frente al Secretario General de la ONU que nuestro pasado más oscuro, más siniestro, que no se presenta en tapa, nada menos, cuando dijo “en la Argentina la era la impunidad ha terminado, la era de la rendición de cuentas ha llegado”) Luego nada se puede “probar”. Hayden White invita a ir más allá, a repensar el lenguaje que usamos. Stanley Cohen propone lo mismo. Son propuestas valiosas. Intentos valientes. Novedosos. Pensar. Los argentinos tenemos el triste mérito de haber inventado el término “desaparecido”. Lo inventó Videla en una conferencia de prensa. Ese término es un “pacto” tácito con la prensa cómplice, porque otros no creían ni toleraban que se dijera eso. Perverso es un lenguaje destinado a descalificar más que a repensar y asumir la propia responsabilidad. La pregunta que se tienen que hacer los jueces. Y los medios. Pero también los jóvenes. What do we stand for? Realmente, para qué causa estamos. A cual juego nos vamos a prestar. Qué tipo de debate queremos los argentinos. Qué tipo de cultura. Qué tipo de políticos y de política. Qué dirigencia. Qué tipo de país. Qué tipo de pasado. Qué tipo de presente. Y qué tipo de futuro. Qué tipo de democracia.
«En la justicia vivo como en el exilio.» Fritz Bauer.
Im Labyrinth des Schweigens, una película alemana que cuenta también para el Derecho argentino. Un Derecho que a veces calla mucho más que lo que dice o se atreve a decir y “juzgar”. A poner sobre la mesa.
(todos podemos ser un poco -aunque nadie nos prepara para esto, menos en la facultad, la que te prepara para eso es la vida- como el joven y valiente abogado Johann Radmann, aunque él realmente no existió. Es apenas un personaje de “ficción” que fusiona tres fiscales juniors -reales, valientes de verdad- del equipo de investigación de Bauer: Joachim Kügler, Georg Friedrich Vogel y Gerhard Wiese, que vive en Frankfurt) Los fiscales y los periodistas lucharon, aunque parezca mentira decirlo hoy, por desentranar la verdad de lo que realmente había sucedido en Alemania. Porque también allí -pese a la inmensidad atroz- se intentó tapar. También allí. También en Alemania. También el derecho (la justicia y la prensa) alemanes apostaron, en determinado momento, por el silencio. Por callar Auschwitz. Auschwitz! No por la palabra. Más hombres como Joachim Kügler. Eso necesitamos los argentinos. Más hombres así. Más hombres dispuestos a luchar por la verdad, la memoria y la justicia. Más Gerhard Wiese. Más Johann Radmann. Menos Colonia Dignidad. Menos de esos alemanes. Menos Paul Schäfer Schneider. Más de lo otro. Menos abogados y periodistas y medios y empresas (en Alemania y en Argentina) cómplices de ese laberinto de silencio. Más poetas. Más poesía. Más valor. Más Derecho.